Los síntomas que pueden determinar la presencia de linfomas son:
- Aumento de tamaño de los ganglios linfáticos, que aparecen en zonas como el cuello, las axilas, la ingle, el abdomen, el mediastino.
- Fiebre.
- Pérdida importante de peso.
- Sudoración excesiva en la noche.
- Cansancio.
- Pérdida del apetito.
Una vez determinado el tipo de linfoma, éste se clasificará de acuerdo a su comportamiento clínico en: Indolente, Agresivo y Altamente Agresivo.
Los linfomas indolentes tienden a crecer de forma lenta. Quienes los padecen, aun sin tener un tratamiento, con frecuencia viven muchos años sin problemas. En cambio, los agresivos y altamente agresivos crecen más rápidamente y, sin tratamiento, la esperanza de vida de estos pacientes es de semanas o meses.
Cada linfoma tiene un tratamiento diferente que pueden incluir quimioterapia, radioterapia, e inmunoterapia, combinaciones de dichos tratamientos, y/o trasplante de células madre; dependiendo del paciente y su contexto.
Aun no existe una forma específica para prevenir la enfermedad, pero hasta el momento la mejor manera para reducir el riesgo de Linfoma no Hodgkin es evitar el contagio de virus que producen la deficiencia inmunológica como el VIH o Epstein-Barr, la infección con la bacteria helicobacter pylori, causante de la gastritis; la exposición a la radiación y a la quimioterapia; el uso de medicamentos que suprimen el sistema inmunológico, el sobrepeso y el alto consumo de grasa y carnes.
Recuerde acudir inmediatamente a su médico si presenta los síntomas anteriormente descritos.
