Es una de las 10 principales causas de muerte en el mundo. Datos proporcionados por las Organización Mundial de la Salud (OMS), señalan que en el 2015, 10,4 millones de personas enfermaron de tuberculosis y 1,8 millones murieron por esta enfermedad (entre ellos, 0,4 millones de personas con VIH).
En un 90% aparece en el pulmón; y su principal vía de contagio es la tos, de no tratarse a tiempo, la tuberculosis puede afectar todos los órganos de un ser humano y dejar secuelas que pueden derivar en otras enfermedades cronificantes.
El primer signo de alerta es la tos; si se observa que una persona tiene tos por más de 15 días, se debe investigar clínicamente, puede ser tos seca o tos húmeda; la tos es el primer síntoma de cualquier enfermedad pulmonar; de ahí la importancia de una adecuada valoración médica.
Otros de los síntomas que aparecen son: pérdida de peso, transpiración nocturna, febrículas vespertinas, malestar general, expectoración con sangre, alteraciones en la función pulmonar, y limitación en el esfuerzo físico.
El riesgo de desarrollar tuberculosis activa es más frecuente en hombres que en mujeres; y en las personas que por otras enfermedades tienen debilidad en el sistema inmunitario. La mala alimentación, el consumo de alcohol, drogas y tabaco aumentan el riesgo de enfermar de tuberculosis y morir como consecuencia de ésta.
La tuberculosis es una enfermedad que es tratable y curable si el tratamiento es continuo por seis meses. El examen más frecuente para detectarla es la baciloscopía, y el más preciso es el cultivo; no obstante, hay nuevas técnicas moleculares como por ejemplo el Gene Xpert que permiten rastrear el gen del bacilo, e indican a qué medicamentos éste es resistente.
