El consumo del tabaco es perjudicial para el desarrollo y crecimiento del bebé durante el embarazo. Cuando hay humo de tabaco en el ambiente, el niño recibe menos oxígeno, disminuye la circulación de sangre por la placenta, por lo que recibe menos nutrientes; aumentan los latidos de su corazón y se altera el crecimiento de sus pulmones.
Los trastornos del crecimiento fetal, el bajo peso al nacer y el síndrome de la muerte súbita del lactante están relacionados con el hábito de fumar durante el embarazo. Además, algunos estudios indican que el consumo de tabaco es responsable de anomalías específicas como: cardiopatías congénitas o problemas del corazón y craniosinotosis, una alteración en el crecimiento de la cabeza del niño.
La exposición ambiental al humo de tabaco también tiene efectos perjudiciales sobre la salud del recién nacido y se ha relacionado con un aumento en el riesgo de padecer enfermedades respiratorias en la niñez.
El efecto de la nicotina a través de la leche materna tiene acción sobre el corazón y el Sistema Nervioso del niño. La nicotina disminuye la producción de leche, produce inquietud, insomnio, vómitos, diarreas, succión débil, apneas, y debilidad en el lactante.
El hecho de que una mamá fumadora tenga un recién nacido sin problemas no descarta que éstos no aparezcan durante la niñez, sobre todo si la madre continua fumando. Estos niños tendrán serias consecuencias en su salud, 8 de ellas son:
- Enfermedades respiratorias.
- Otitis.
- Caries.
- Trastornos de conducta.
- Trastornos de aprendizaje.
- Obesidad y diabetes tipo 2.
- Adicción en la adolescencia.
- Cáncer de pulmón en la edad adulta.
Es recomendable que toda mujer embarazada evite el consumo del tabaco, pues debe enfocarse en cuidarse y proteger la vida y la salud de su bebé.